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martes, 31 de enero de 2012


DELIRIO PARASITARIO DERMATOZOICO: REVISIÓN Y PUESTA AL DÍA
Inmaculada de la Serna,  Agustín Madoz, Javier Correas
Servicio de Psiquiatría. Hospital "Ramón y Cajal".
Universidad de Alcalá de Henares. Madrid 
1. Introducción
El delirio parasitario dermatozoico es un cuadro psiquiátrico en el que el paciente tiene la convicción delirante de estar infectado por parásitos. Es un trastorno de difícil categorización nosológica, como veremos posteriormente.
Dentro del cuadro, se diferencian dos grandes grupos: uno ectoparasitario, en el que la invasión se circunscribe a la piel, y otro endoparasitario cuando abarca a orificos u órganos internos, generalmente de tubo digestivo.

Aunque existen menciones previas acerca de esta patología, es Ekbon en 1938 quien hace una descripción adecuada del cuadro, profundiza en la psicopatología del mismo y lo define como delirio dermatozoico ("dematozoenwahn"). Se han utilizado diversos términos descriptivos como "dermatofobia", "acarofobia", "parasitofobia", pero desde un punto de vista psicopatológico riguroso estos términos no son adecuados ya que no existe fobia como tal ni las conductas evitativas secundarias. Otros autores han hablado de "delirio de infectación" o "delirio de parasitosis".
En la actualidad persisten ciertas discrepancias en cuanto a  dónde situar el cuadro en el sistema clasificatorio y se suelen incluir en la CIE-10 y DSM-IV en los "trastornos delirantes sin especificación" (Musalek y cols, 1990).
2. Epidemiología
Se desconoce la incidencia y prevalencia real del proceso. Se han publicado muy pocos trabajos sobre el tema, generalmente a partir de enfermos puntuales. En un metanálisis relativamente reciente se analizaban las características predominantes de unos 12oo casos (Trabert, 1995). Se sospecha que existen más pacientes no detectados ya que, a menudo, son vistos por médicos generales y sobre todo por dermatólogos; muchas veces no llegan al psiquiatra por rechazar el paciente la sugererencia de ser remitidos a él. Los delirios dermatozoicos, pués, se diagnostican muy raramente, si bien es probable que su existencia real sea mayor.

 La incidencia es mayor en mujeres que en hombres en la proporción de 2/1 entre los 50-55 años, y con mayor diferencia a medida que avanza la edad, pudiendo llegar a 4-6/1 la relación hembra/varón. Aumenta su prevalencia en personas de edad avanzada (65-75 años), y el mismo Ekbom concedía papel fisiopatológico al envejecimiento y el deterioro de las funciones cerebrales. No se ha encontrado relación con factores socioeconómicos (Lyell,1983). Entre el 15 % (Trabert,1999) y el 40 % de los casos (Wykoff,1987; Skott,1978) se trata de un delirio compartido y, por su carácter de paranoia, puede plantear problemas de tratamiento y manejo con consecuencias muy graves (Bourgeois y cols, 1992).
3. Etiología
Existe un debate acerca de dónde es más adecuado encuadrar estos procesos ya que se han descrito casos que se podrían considerar:
A) Primarios. Aparecen aislados sin otra patología psíquica u orgánica acompañante. Se consideran un trastorno delirante primario y como tal se clasificarían.
B) Cuadros relacionados con otros trastornos psíquicos, sobre todo con esquizofrenia y, menos frecuentemente, con trastornos afectivos (González Seijo y cols, 1993).

C) Relacionados con procesos orgánicos de afectación general, como lupus eritematoso sistemático (Hernández-Albujar y cols,1996), linfomas, hipotiroidismo, consumo de tóxicos sobre todo alcohol, cocaína o anfetaminas; también en relación con procesos metabólicos o carenciales por malnutrición, sobre todo de vitamina B12 o ácido fólico, sin afectación cognitiva importante y dentro de lo que podría considerarse psicosis orgánicas.
D) Relacionados con el apartado anterior, pero con afectación directa del sistema nervioso central por causas diversas, sobre todo procesos vasculares (Flint,1989) y también demencias o tumores de diversa localización especialmente en áreas del sistema límbico (Morris, 1991; Berrios,1985), siempre acompañado de cierto grado de afectación en las funciones cognitivas superiores (Maneros, y cols, 1988). 
Con mucho, los casos más frecuentes se relacionan con enfermedad orgánica cerebral, sobre todo de origen vascular y en segundo lugar con psicosis esquizofrénicas (Gross & Huber, 1998).
Distintos autores se han interesado por este problema, predominando dos posturas para explicar la etiopatogenia:
a) El síntoma sería una idea delirante primaria, es decir, una alteración del pensamiento que secundariamente desarrolla alucinaciones visuales y tactiles (Wilson,1946). Es lo que también defendía Ekbom.

b) Para otros lo primario es una alteración de la percepción, con alucinaciones, generalmente tactiles cenestésicas y más raramente visuales, y la idea delirante de parasitación sería secundaria, una elaboración de un sistema delirante más o menos estructurado (MacNamara,1928; Wilson & Miller, 1946). En la práctica resulta probable que ambos mecanismos puedan coexistir.
4. Clínica
Se trata generalmente de mujeres que han visitado a varios profesionales previamente, sobre todo dermatólogos, y que se quejan de sufrir la parasitación de animales, casi siempre descritos como gusanos o insectos, que unas veces pueden ver y otras solamente sienten. El parásito suele ser difícil de localizar y combatir, pequeño, prolífico y resistente. La localización es variable: pelo, piel, diversas partes del cuerpo o en orificos naturales. El inicio puede ser brusco o lento. Suele acompañarse de prurito. Son frecuentes lesiones cutáneas de rascado, escoriaciones y hasta úlceras. A veces manifestaciones cutáneas añadidas por el uso exagerado de detergentes o antiparasitarios. Pueden mostrar señales asimétricas según sea el miembro dominante (Driscoll y cols, 1993). La localización del parásito unas veces resulta superficial, sobre la piel, y otras correr por debajo o introducirse por los orificos naturales. Lo habitual es que lleven varios años de evolución cuando llegan al psiquiatra. El aislamineto social que a menudo acompaña suele ser un rasgo premórbido más que una manifestación secundaria a su delirio (Trabert, 1995). Aunque pueden coincidir en cualquier tipo de personalidad (Lyell,1983), parece que son algo más frecuentes entre las personas que presentan rasgos obsesivos y paranoides.

5. Pronóstico
Depende de la patología subyacente y del cumplimiento del tratamiento, pero en general el pronóstico no resulta muy brillante. Pueden producirse mejorías en cerca de la mitad de los casos, pero es más difícil que se logre una resolución completa y que hagan crítica de sus ideas delirantes. Los casos de peor pronóstico son aquellos que padecen trastornos orgánicos cerebrales y también cuando el cuadro arrastra un curso más prolongado (Trabert, 1995).
6. Tratamiento
Se han propuesto tratamientos diversos: antidepresivos, electroconvulsivoterapia, sedantes, psicoterapia e incluso neurocirugía con leucotomía prefrontal. Pero el que se indica con más frecuencia es el tratamiento con neurolépticos de alta potencia combinado con aislamiento (Rasanen y cols, 1997). Se han referido buenos resultados con haloperidol, trifluoperacina y, sobre todo, con pimocide. Con este neuroléptico es con el que más trabajos se han referido (Mitchell, 1989). Sin embargo, no hay estudios controlados o doble ciego suficientemente amplios que hagan pensar sea superior a otro neuroléptico potente.

Se debe iniciar el tratamiento con dosis bajas del antipsicótico elegido dado que suele tratarse de personas mayores y, en consecuencia, con más vulnerabilidad a los efectos secundarios extrapiramidales de parkinsonismo, acatisia o distonía aguda; también diaquinesia tardía, hipotensión ortostática y alteraciones en la conducción cardíaca (Damiani y cols,1990). Se debe actuar sobre el grupo familiar, sobre todo en los casos en que se comparte el delirio, siendo preciso en casos la separación de algunos de los componentes del grupo.
6. Bibliografía
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Este knol forma parte de la recopilación: Inmaculada de la Serna de Pedro.
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